El culto a la personalidad: “El caso “Intendencia ISA”

0
505

 

Fuente: http://wwwjuanserrudo.blogspot.com/
En una República la simbología e imagen institucional de un Estado no debe aludir directa o indirectamente, a las personas o grupos políticos que de manera circunstancial detentan el poder. 
Se debe respetar estrictamente la distinción conceptual entre el Estado como expresión política de la sociedad en su conjunto y sus gobernantes.
Cuando ello no sucede caemos en “el culto a la personalidad”, que es un vicio propio de los regímenes políticos que se encuentran en las antípodas del sistema republicano y democrático.
Por eso los estados que se precian de ser republicanos y democráticos regulan de manera clara el uso de su simbología y el contenido y finalidad de la publicidad oficial, de manera de proscribir los personalismos.
En la Ciudad de Salta, su Intendente, el Sr. Miguel Ángel Isa, es un claro ejemplo de esta anomalía antidemocrática y antirrepublicana que se ha denominado “culto a la personalidad”
En efecto desde que asumió como Jefe Municipal, no ha dudado en llamar a la Intendencia de nuestra Ciudad, con su nombre. 
En efecto, sin pudor alguno cambió el nombre de la Intendencia de la Ciudad de Salta por el de “Intendencia ISA”. 
 No contento con ello, tampoco dudó en reemplazar el histórico escudo municipal, con un logo que destaca su nombre.
Escudo de la Ciudad de Salta
  
Logo “Intendencia Isa”
Este accionar del Intendente, va de la mano de su política publicitaria. No hay publicidad gráfica, vial, radial o televisiva que no contenga el nombre, la voz, y hasta fotografías de Miguel Isa.
A las fotos de Isa, aunque parezca increíble, las encontramos incluso hasta en la tapa y contratapa del Boletín Oficial de la Municipalidad.
Tapa Boletin Oficial Municipal
Contratapa Boletin Oficial Municipal
 

 

De esta manera, y con recursos del estado, Miguel Isa ha buscado posicionar su imagen.  Con fondos destinados a publicidad oficial el Intendente de la Ciudad de Salta ha montado – hace años, una campaña de autopropaganda.
Este dato de la realidad, pone sobre el tapete la necesidad de una norma que regule no sólo la distribución de la publicidad oficial, sino también su contenido y finalidad y también el uso de la simbología institucional. 

Hacerlo es defender la República y la Democracia.